Aún falta mucho para alcanzar la diversidad en los distintos sectores de la sociedad y particularmente en el de los negocios. Andrea Grobocopatel se reconoce "una mujer ansiosa" y, si bien detecta incipientes transformaciones, le gustaría que se concreten más rápido. Revela que dentro de la agroindustria, de donde provienen las mayores exportaciones locales, las mujeres están prácticamente "invisibilizadas" y advierte que, en el mundo posterior al Covid-19, habrá que ir "de la mano de las diferentes capacidades, géneros, historias, culturas y edades, para ser más creativos".
La empresaria menciona que su aporte se encamina desde espacios activos, como la Fundación Liderazgos y Organizaciones Responsables (FLOR), que recientemente concretó la quinta entrega de los premios otorgados a instituciones, organizaciones y empresas de diferente rango, con el fin de que sus "buenas prácticas sean faros que iluminen a otros". También lidera Resiliencia SGR (Sociedad de Garantía Recíproca) dedicada a otorgar avales a pymes promovidas por mujeres y personas con discapacidad. "Hay un gran camino por recorrer", destaca la dirigente, que incentiva a sus pares a "no darse por vencidas".
-Organismos internacionales como el Banco Mundial (BM), advierten la existencia de barreras que dificultan el acceso de mujeres al comercio internacional y a obtener financiamiento. ¿Comparte ese diagnóstico?
-Lo comparto y, como nos preocupa, nos ocupamos del tema todos los días y en todos los espacios que podemos. Las restricciones al financiamiento son un obstáculo muy común. Las mujeres tienen más obstáculos para financiarse, ya demás son más aversas al riesgo, no quieren poner en juego su patrimonio, el de su familia o el de alguien más, porque no las dejan o porque las presiones por no perder son mayores. Por ello, tienen menos historial crediticio. Esto redunda en la falta de acceso total o a mayores tasas en lo que a financiamiento respecta. Es un tema que sigo tanto desde Fundación FLOR, como desde la SGR que lidero.
-¿Con qué programas y con cuánto éxito trabaja sobre estos obstáculos?
-Desde Resiliencia fomentamos, visibilizamos y acompañamos principalmente a empresas lideradas por mujeres, para que se capaciten y accedan al financiamiento adecuado a sus necesidades. Desde la Fundación FLOR impulsamos a que las mujeres enfrenten estas situaciones explicando, dialogando de manera amable y ayudando a otras. Cuando es imposible, a intentar en otras direcciones, sin darse por vencidas. Algunas mujeres de la red han liderado en sus organizaciones programas para exportar, caso Mujeres al Mundo, de HSBC; y la Convergencia Empresarial de Mujeres (CEMS), que ha formado CEMS Mercosur.
-¿Qué nivel de participación tienen las mujeres en la agroindustria, teniendo en cuenta que ellas representan un tercio de la población mundial en ese sector?
-Están muy invisibilizadas. Agrego a ese dato que, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ellas producen la mitad de los alimentos del mundo y, si hubiera igualdad de oportunidades, la producción mundial se elevaría entre 20 y 30 por ciento. A pesar de esto, en América Latina sólo un 18 por ciento de las plantaciones son explotadas por mujeres. En general, una buena parte de los trabajadores rurales son hombres y las mujeres con las que conviven también cumplen tareas que no siempre son remuneradas ni son identificadas como trabajadoras.
-¿Y más allá del renglón de la producción?
-Fuera de la producción, la participación de la mujer en los agronegocios es mucho mayor, pero otra vez replicando los problemas de presencia en puestos de liderazgo de todas las industrias. Por nuestra parte, acompañamos la Red de Mujeres Rurales, que se relacionan con el sector desde distintos roles y disciplinas: productoras, trabajadoras, artesanas, científicas, etcétera.
-El BM estima que cuando las mujeres trabajan en sectores con alto nivel de exportaciones, es más probable que sean contratadas formalmente. ¿Advierte al respecto alguna evolución en la Argentina?
-Los grandes rubros de las exportaciones argentinas provienen del agro, entre productos primarios y manufacturas de este origen, seguido por manufacturas de origen industrial, principalmente rubro automotor y siderurgia, y un poco de combustibles, energía y productos derivados de la minería. Todos son predominantemente masculinos en varias de las etapas, por no decir casi todas. Las industrias basadas en el conocimiento, dependiendo de cuál hablemos, tienen mayor participación femenina; por ejemplo, las de consultoría. En las relacionadas a temas de tecnología aún son minoría las mujeres. Los avances siempre son más hacia la dotación en su totalidad, pero un mal que aqueja a todos los sectores, exporten o no, es lograr paridad a medida que se sube en puestos de decisión. Para mí, que soy una mujer ansiosa, me gustaría ver el cambio rápido.
-¿Abrir más puertas para que las mujeres accedan a puestos directivos sería uno de los principales temas pendientes?
-A eso apuntamos; nuestro programa Mujeres en Decisión tiene encuentros de negociación, oratoria, además de temas de gobierno de las organizaciones. Sobre todo, frente a las medidas que está tomando el Gobierno nacional, en cuanto a cupos y objetivos, como la nueva normativa de IGJ que obliga a las nuevas organizaciones a tener paridad de género en sus directorios. Debemos tener la oferta de mujeres listas para eso y la tenemos; más de quinientas han pasado por este programa. Son todas capaces, aptas para ocupar cargos de responsabilidad.
-Si sólo un 8% de las pymes argentinas son lideradas por mujeres. ¿Estima que a los espacios de intercambios y capacitaciones habría que sumar herramientas normativas?
-Siempre creo que hay que trabajar de manera 360, desde las mujeres, desde todos los géneros, desde las empresas, desde el gobierno, desde los sindicatos y con todas las herramientas que podamos. No podemos darnos el lujo de prescindir de ninguna.
-En su disertación durante la última Expoagro destacó que brindar más y mejores empleos a las mujeres será muy positivo para las economías en la post pandemia. ¿Encuentra que el género femenino tiene particularidades que lo distinguen?
-Las mujeres, sobre todo por una cuestión de educación y cultural, desarrollan ciertas habilidades y personalidades. No es su naturaleza, pero es un hecho que se da. Creo que en general no se las aprovecha para liderar. Tampoco se toma tanto en cuenta su opinión, sobre todo si estamos hablando de ciertos sectores que son "cosa de hombres". De la mano de la diversidad en general, diferentes capacidades, géneros, historias, culturas, edades, seremos más creativos, no sólo con mujeres.
-¿Qué metas ve más inalcanzables y sobre cuáles observa cambios prometedores y reales?
-Es difícil comparar, algunos son más visibles que otros, algunos más extendidos que otros. Las empresas familiares tienen un gran desafío que es independiente del contexto que afecta a todos, pymes o no, que es la profesionalización y la sucesión. No todas están conscientes de esta necesidad, lo cual torna difícil, aunque no imposible el cambio. FLOR y Uade han diseñado un programa destinado a acompañar a este tipo de empresas. Las pymes están en una situación crítica por el contexto, pero ya de por sí su situación era particular: poco acceso al crédito, mucha informalidad, y si son familiares se suma las complejidades que mencioné. A ellas tratamos de acompañarlas a través de Resiliencia, no sólo con el aval, sino con el asesoramiento pertinente. En todas las organizaciones, pymes, grandes empresas, ONGs o sector público, hay un gran camino por recorrer en lo que a la diversidad respecta.
Por: Nieves Guerrero Lozano